sábado, 28 de diciembre de 2013

El contribuyente de los gobiernos locales

Con el año que acaba, concluirá la última amnistía del año que otorgaron los gobiernos locales para el pago de tributos municipales y si no pagó, preocúpese poco, porque el año ya termina y, para la próxima amnistía se tendrá que esperar al 2014. Se sabe que existen muchos ciudadanos que a la fecha no han cumplido con lo debido por el 2013 o años antes, así que las municipalidades piensan darles facilidades, al infinito y, si es posible, más allá aún.

Se olvidan las autoridades locales que existen muchos ciudadanos que en febrero cancelaron oportunamente sus tributos, a costa de un sacrificio personal, sin beneficio alguno pero con la satisfacción del deber cumplido.  Para algunas autoridades ser puntual es algo ininteligible y que las conductas jamás cambian; es por ello que no entenderán que algunos de quienes cumplieron puntualmente, cambiarán de actitud los años venideros.  Total si pagar tarde no tiene costo, para qué esforzarse en cumplir formando colas. Si incumplir es más barato o tiene un costo similar que cumplir, se suele elegir el incumplimiento.
 
Algunas autoridades locales, a veces, por no perder popularidad, se aventuran en “generosidades con dinero ajeno” y envían conceptos erróneos de lo que es cumplir las normas. Aturdidos por el aplauso que jamás les es suficiente, continuarán otorgando amnistías lo que a veces incluye por multas impuestas por infracciones de tránsito.

Lo que se siembra, es usualmente lo que se cosecha; por lo que la severidad que algunas veces la SUNAT utiliza, hace que de manera automática tratemos de cumplir nuestras obligaciones en tiempo oportuno; porque con ella no hay amnistía que valga, menos palmas que se busquen.  Si debo a la SUNAT y a una Municipalidad, pues sin dudarlo, primero cumplo con la SUNAT, que con ella no se juega. La SUNAT a través de su labor se ha ganado odios, pero también respetos y nos enseñó que cumplir sale más barato que no cumplir.  Imagine que en el país la SUNAT cobre las infracciones de tránsito, pues no habrá combi tan atrevida ni chofer aventurero.

Pero cuando se trata de las municipalidades, incumplir no es un problema y como el mal ejemplo es fácil de imitar, no solamente afecta los tributos locales, sino cualquier otra disposición como la de no estacionar en lugares prohibidos, no botar la basura en la calle, respetar normas de tránsito y muchas más.  Pero claro, si los municipios envían un mensaje de que incumplir no genera costo alguno.  Si los regidores de los municipios consideran que las amnistías son necesarias por la situación económica de las personas, mejor en perdonar incumplimientos, deberían empeñarse en sincerar los gastos de la administración para que los ciudadanos paguemos menores montos.

Las normas deben ser como la que se dio en el pueblo de Chateauneuf-du-Pape, en Francia, vigente desde la década de los cincuenta del siglo pasado, que para proteger a sus productores de vino se prohibió a los ovnis aterrizar en las cercanías. No sé del ánimo de los franceses, pero deben ser estrictos, porque según se sabe, ningún extraterrestre hasta ahora se ha animado a incumplir tal norma; lo que no estoy muy seguro habría sucedido si la norma era de algún municipio local.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Jornadas de dignidad y unidad

Los jueces del país empezamos noviembre con protestas por un presupuesto justo, porque sabíamos que el Poder Ejecutivo había recortado el presupuesto necesario para funcionar como poder, en imitada conducta del padre que quiere someter a su hijo no otorgándole lo que le corresponde ni dándole la independencia necesaria. El Ministerio de Economía y Finanzas, estima que recortar el presupuesto de los magistrados, los hará tocar su puerta para pedir por favor lo que corresponde por derecho y así, de esta manera, no permitir un Poder Judicial fortalecido con jueces absolutamente independientes. El Poder Judicial es el contrapeso necesario para la vida en democracia.

Las Salas Plenas y Juntas de Jueces ampliadas que a lo largo del país se instalaron, reclaman presupuesto y remuneraciones justos, como lo dispone la Ley hace más de 20 años, con sentencias judiciales y del Tribunal Constitucional firmes que ordenan que se pague lo que dice la ley. El Ejecutivo no hace caso y, a última hora, pretende disminuir los derechos de los magistrados en nuevo proyecto de Ley que recorta los porcentajes que debe pagar, con la malicia del deudor que debe 10 y cree que hace un favor dando 5. Se debe cumplir como se debe. No olvidemos que se imita lo malo y no se debe dar un mal ejemplo al no respetar la Ley. Tengamos cuidado que se cosecha lo que se siembra.

La ciudadanía considera que los jueces son seres privilegiados, gran error. Los magistrados vivimos más de 13 años con sueldos y bonos congelados. Sépase que a diario se nos evalúa, por litigantes y abogados que al perder un juicio suelen endilgarnos la culpa de su derrota. El Consejo Nacional de la Magistratura, ajeno al Poder Judicial, ratifica cada 7 años a los magistrados nombrados, proceso al que no se somete a otro funcionario público. Ser juez es una gran responsabilidad de juzgar a otros, y no un privilegio del que se abuse.

Se yerra al señalar que si tendríamos vocación trabajaríamos sin reclamar. Los jueces hemos sido pacientes más de 20 años y si hoy se hacen plantones, marchas, vigilias y más, es porque toda paciencia tiene límite. Afirman quienes menos piensan que si ser juez es tan difícil, deberíamos renunciar, como si a Gandhi le hubieran dicho que si no le gusta la esclavitud en la India, que se vaya y se acabó el problema.

Rechazamos la corrupción y si alguien tiene ingresos ilícitos, a identificarlo y a la calle que los de casa queremos un Poder Judicial limpio, con litigantes y abogados honestos.


Los magistrados estamos unidos en un reclamo justo, con la cabeza levantada, reconociendo la importancia de los litigantes, pero sin permitir burlas sobre nuestros derechos. La respuesta que tenemos los magistrados, ante todo intento de incumplir o disminuir nuestros derechos es la unión y el rechazo firme.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Jueces, protesta y presupuesto

La protesta de los jueces, va más allá de pedir remuneraciones justas. El reclamo judicial es, además, contra el recorte de presupuesto efectuado por el Ministerio de Economía y Finanzas, que ha aprobado, como presupuesto, el 45% de lo requerido por el Poder Judicial para el 2014. En el caso de Arequipa, el año que viene se tendrá un menor presupuesto que el 2013. En nuestra región, no funcionarán los 10 órganos jurisdiccionales, creados en el 2012, que aliviarán la carga procesal y acortarán plazos para resolver; tampoco se construirán las casas de justicia proyectadas en provincias. No sólo pierden los jueces, perdemos todos.

Es malo para la sociedad, que el Poder Judicial, no tenga autonomía económica ya que se depende económicamente del Poder Ejecutivo, a quien debemos controlar y ello atenta contra la independencia jurisdiccional, lo que tarde o temprano sufren los ciudadanos. Si el Poder Judicial tuviera su propio presupuesto, en un rango del 2.5% del presupuesto púbico nacional, como lo señaló la Constitución de 1979 y no del 1.2% que el Ejecutivo impone, la impartición de justicia mejoraría.

Las jornadas de Lucha por la Dignidad del Magistrado Peruano, convocadas por la Asociación Nacional de Magistrados del Perú, acatadas a nivel nacional; incluyen la exigencia del pago de la remuneración que la Ley fijó para los magistrados hace más de 20 años y que sentencias del Poder Judicial y Tribunal Constitucional, han ordenado se cumpla. Para variar, el Ejecutivo no cumple ni sus Leyes, ni sentencias que lo obligan.

Se cuestiona que los jueces se hayan declarado en huelga. Los jueces no pueden hacer huelga, aunque no falten ganas, y por ello, a lo largo de la República, se instalaron Juntas de Jueces y Salas Plenas, en las que se debaten los problemas que aquejan a la justicia. Lastima a la razón que en este país para hacerse escuchar no sea suficiente dialogar y exponer razones, sino que las más de las veces, se exige a ciudadanos y a jueces, protestar.

Se afirma con error, que los jueces tienen una remuneración y rango privilegiado, lo que no es verdad. Los jueces y fiscales de la República, tenemos más de 13 años la misma remuneración (incluidos bonos). Nombrados por concursos públicos y evaluados diariamente por partes y abogados; somos sometidos a un proceso ratificación cada 7 años, ante un ajeno al Poder Judicial (Consejo de la Magistratura) que puede terminar con la no renovación de confianza y sin trabajo. Es una labora a dedicación exclusiva, con limitada excepción de la docencia. A los magistrados del área penal, se les niega el seguro de vida (mucho riesgo).

Ahora, si a algún magistrado “la plata le llega sola”, se debe denunciarlo y sacarlo del cargo: la limpieza de la casa, beneficia a quienes vivimos en ella. No olvidemos que la corrupción requiere de un abogado inescrupuloso y/o un litigante sin conciencia limpia.

Reclamar un presupuesto justo y el pago de sueldos establecidos por ley, no significa falta de vocación, sino el poder trabajar de manera correcta con la tranquilidad necesaria, que la vocación no supone dejar que pisoteen los derechos de uno.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Una justicia necesaria

Enseñaron con sabiduría los romanos que “la mujer del César no solamente debe ser honesta, sino también parecerlo” y ello, además de ser verdad, es un consejo a tenerse siempre presente en los actos diarios. Si bien el qué dirán no es lo importante para tomar decisiones, jamás deben olvidar las autoridades, que la ciudadanía juzga su labor en esencia y apariencia. En el caso de la justicia, no es que los jueces trabajen para recibir la aprobación ciudadana o tener su adhesión, sino que sus actuaciones y sentencias deben ser apegadas al derecho y los hechos, es decir justas y, además, dejar la sensación que así lo son.

Existen casos en que las actuaciones del Poder Judicial, pese a estar arregladas a derecho, ante los ojos de terceros no lo están. Un ejemplo es la sentencia del llamado caso La Parada, que se caracterizó por no ser lo severa que se esperaba, pues de cien procesados, sólo dos quedaron presos y los demás, sueltos en plaza. Este fallo, que a primera vista deja una gran desazón, sentimiento de falta de firmeza y dudas sobre el actuar del Poder Judicial, resultó siendo un caso diferente al pensado, lo que se explicó de manera muy tardía.

En el verdadero caso La Parada, cuyo juzgamiento no ha concluido, las imágenes televisadas y las fotografías publicadas, nos han dejado en la retina una violencia inusitada y desmedida con que actuaron muchos desalmados, sin respeto a la autoridad, a la policía y a todo lo que se moviera o sea susceptible de saquearse; por ello se espera una sentencia justa, debidamente motivada, que establezca la responsabilidad y sanción a cada uno de los violentos de esa nefasta tarde, sin olvidar que no se condena a la gente en masa, sino por la participación individual de cada procesado; así como nos juzgarán en el Juicio final, uno por uno; por lo que la tarea de los fiscales y policías es por demás importante.

En este caso y otros esperamos un fallo firme, fruto de la razón, que se perciba como justo, pues de lo contrario la vorágine de violencia seguirá creciendo alimentada por el temor de quienes deciden. No olvidar que los fallos trascienden los expedientes y envían mensajes a la sociedad. Juzgar es tarea ardua en un país como el nuestro en el que los valores extravían su camino y si bien la voz del pueblo es la voz de Dios, los gritos de las masas no tienen nada que ver con ello, menos las bravuconerías de quienes se esconden en la multitud para liberar el vándalo que llevan dentro.

Como La Parada, existen muchos casos más, en los que la debida motivación del fallo permitirán saber si se trabajó bien o no: se necesitan jueces valientes con decisiones honestas. Ayuda mucho una sociedad reflexiva que no siga el chisme fácil y repita cosas sin meditar, sino que piense y saque conclusiones. Los ciudadanos pensantes eligen mejores autoridades y controlan que cumplan su deber.


Entonces, ante el peligro del vandalismo y violencia, necesitamos jueces firmes que sean y parezcan justos en su actuar, así como ciudadanos reflexivos y vigilantes; que de lo contrario el día menos pensado, en lugar de argumentos usaremos piedras y palos para imponer nuestras razones.

sábado, 26 de octubre de 2013

Sobre la legítima defensa

A veces no entendemos qué sucede en nuestra sociedad cuando vemos a algún esforzado ciudadano que al defenderse del ataque de malhechores, es detenido por haber “salido vivo” de un frustrado atraco; victimando a sus agresores.  El Fiscal que investiga y el Juez que revisa el caso, nos parecen defensores de delincuentes y se cree, con error, que las leyes están hechas para los malandrines cuyos derechos son los únicos que importan, siendo lo justo que el ciudadano que actuó en legítima defensa sea puesto en libertad.  En realidad, lo que hacen el Fiscal y el Juez, es investigar y decidir si hubo legítima defensa o no, conforme a lo que pasó y si fue así, el valiente irá a su casa.

Los Estados existen para poder vivir en una sociedad con derechos y en paz, lo que se logra respetando las leyes; pero, resulta que en tiempos actuales la inseguridad reina y apostamos por la justicia de mano propia e inclusive, hay colectivos que asumen al linchamiento como una forma de ella, cuando en realidad es sólo venganza y como tal nos perjudica: el ojo por ojo nos lleva a un país de ciegos.

Nadie tiene derecho a agredir a otro, sea verbal o físicamente y tampoco tiene derecho a privarle de manera ilegítima de sus bienes, menos de su vida. Quien mata a otro comete un crimen. Si somos víctimas de un ataque ilegítimo y estamos expuestos ante la delincuencia, tenemos el derecho de defendernos físicamente, si sabemos cómo hacerlo; no debe ser valiente quien no sabe ya que le puede ir peor.  Nuestra defensa es legítima cuando, sin provocar, ante cualquier agresión ilegítima por parte de terceros, respondemos con firmeza y lo necesario.  La legítima defensa, es una eximente de la responsabilidad penal y bien utilizada libera de sanción a quien daña a otros. 

Esta defensa no autoriza a agredir a cualquier sospechoso; es un requisito básico estar en peligro y que haya proporcionalidad entre el ataque sufrido y la respuesta dada. Tenemos el derecho de defendernos, sin exageraciones, que las ofensas verbales solamente a lo mucho sacan palabras y nunca justifican pasar a las manos.

Es importante no olvidar que muchos ciudadanos portan armas o enrejan sus casas, simplemente porque sienten el fracaso del Estado en la seguridad ciudadana.  Es labor de las autoridades hacer cumplir las leyes, que no se dividen entre severas y no severas, sino entre las que se cumplen o no, y ley que no se cumple envalentona al crimen; también, deben proponer soluciones preventivas, por ejemplo, obligar a los taxistas que al anochecer, tengan las luces interiores del vehículo encendidas, la buena iluminación es enemiga del delito y si bien se pierde privacidad, se gana en seguridad.


Entonces, si alguien actúa en ejercicio adecuado de su legítima defensa, no tendrá problemas, sólo pasará malos ratos; pero, si actúa con exceso es otro cantar y deberá responder por ello. Así como en el futbol importa mucho un árbitro firme que saque tarjeta roja a tiempo a quien comete faltas alevosas, para cortar el juego violento; así las autoridades deben actuar con firmeza, de lo contrario el partido se les irá de las manos.

sábado, 5 de octubre de 2013

Entre amparo y Desamparo

No hace mucho, el Presidente de la República criticó que casi 2,000 “malos policías” despedidos, fueran repuestos por mandato judicial, mostrando su indignación por el peligro que ello nos representa; pero, en vez de averiguar por qué pasa ello: “no seguir los procesos disciplinarios con arreglo a ley”, para corregir a futuro, culpó al Poder Judicial. Cuando no reconocemos los yerros, inherentes al hombre, por desgracia los repetimos y si nos excusamos en que terceros tienen la culpa de lo que hacemos mal, retrocedemos como sociedad.

Es usual para las autoridades acusar al Amparo de los males sociales. Se dice que repone corruptos, invade el fuero congresal, permite negocios al margen de la ley u otros males; no obstante, el amparo (proceso), debe su nombre no a alguna agraciada mujer, sino al desamparo en que se puede encontrar un ciudadano por culpa de quien ignora las leyes y la Constitución. Si las autoridades cumplen la Constitución y las leyes, no hay amparo que les haga frente, mas si actuamos sin reflexionar, el proceso de amparo frena arbitrariedades.

Todos estamos de acuerdo en que policías, funcionarios y cualquier sinvergüenza, no trabaje para el Estado y que sea castigado por su delito. Despedirlos está bien, pero hay que hacerlo correctamente, pues cada ser humano tiene derechos y debemos permitir que se ejerzan y luego, si así debe ser, para afuera y a cerrar la puerta, que si buscan amparo, el Juez dirá al infractor no, pues no se le vulneró derecho alguno.  No debe olvidarse que cada amparo fundado por vulneración de los derechos de un presunto corrupto, genera una sensación de impunidad y fomenta más corrupción. También será importante que los jueces actúen apegados al derecho, sin creer que el amparo es una repartija de indulgencias.

La ciudadanía protesta y afirma que sólo los delincuentes e investigados tienen derechos en los juicios; ello no es cierto, todos los tenemos; sucede que los procesados los utilizan por su condición y muchas veces con exceso. Nosotros, no los usamos porque no los necesitamos. Cuando uno está sano no toma medicinas. Usted ciudadano honrado, tenga la certeza que si por desgracia alguien lo denuncia o demanda, ejercerá sus derechos plenamente. Eso sí, debe mejorarse leyes para cortar excesos.  Hay amparos justos como el de muchos jubilados, que hoy gozan de mejores pensiones, gracias a él.  El amparo nació para protegerlo del desamparo, ésa es su naturaleza.


Entonces, no es que a los jueces les guste otorgar amparos, es su deber hacer vigente la Constitución, por el bien social; como las medicinas amargas que hacen recuperar la salud y las tomamos así no nos gusten. Sabemos que lo mejor es curarse en salud y si hay un mal servidor y/o trabajador corrupto, a hacer las cosas bien, a despedirlo, porque si vulneramos sus derechos, volverá y perdemos con su retorno. Si a la reincorporación del primer policía se corregía el error, tal vez el resto no habría regresado a aumentar nuestra inseguridad. Las autoridades deben aprender de sus errores, porque sino entre tanto "Amparo", ni "Socorro" nos salva.

domingo, 29 de septiembre de 2013

La Madre del Cordero

No cabe duda que vivimos en tiempos llenos de conflictos, en los que abundan protestas y cuestionamientos a las autoridades, al vecino y a todo aquel que piense diferente. Por ejemplo, la protesta que es un derecho ciudadano, más aún en un país de desigualdades, como tal, debe ejercerse dentro de los límites que señala la ley, recordando que todo derecho tiene como contrapartida un deber, lo que al parecer hemos olvidado; al fin y al cabo se protesta no para causar destrozos, sino para expresar disconformidad y buscando que cambien las cosas.

Hogaño, sólo pensamos en derechos y olvidamos nuestros deberes, por lo que no asumimos responsabilidad alguna y gustamos de culpar a los otros de nuestros males: “Hago responsable a terceros, por los daños que se causen en mi protesta” “señor Juez, no cumpliré su mandato y si usted me obliga, lo responsabilizo de lo que me pase”, “yo responsabilizo a …”.  Una sociedad sin gente responsable de sus actos está destinada a no superar el subdesarrollo.

Otro ejemplo trillado, pero pan del día, es la forma en que nos conducimos en las calles, como peatones o como conductores.  Tenemos el derecho al libre tránsito y debemos ejercerlo cumpliendo las leyes que lo regulan; pero si no cumplimos tales normas, justificamos nuestra conducta como un pecadillo necesario por la prisa que teníamos; pero si otro hace lo mismo que nosotros, hasta podemos recordarle la historia de su vida.  Hay protestas callejeras en las que no importa el prójimo o los bienes ajenos, porque el que causa el destrozo jamás es responsable, siempre se culpa a otro. ¡A la cola! es nuestro grito indignado, pero pasarnos la cola es parte de nuestro arte. Se acude a procesos judiciales, algunas veces, sin la adecuada revisión del caso y ante el fallo desfavorable, no hay mea culpa alguna, sino que se responsabiliza al juez porque no entiende o favoreció a la otra parte. Recuerde que si no lo entienden, lo más probable es que no se expresó bien, que usted no es un genio, ni el juez es un neófito.

El futuro de una mejor sociedad depende de ciudadanos que no olviden que cada derecho tiene como contrapartida un deber, así como la libertad que reclaman nuestros hijos y les exigimos que la ejerzan responsablemente. Todos debemos ser responsables de nuestros actos.


Entonces querido lector, sé que le preocupa que las cosas mejoren. Si bien, reclamar sus derechos es un paso importante, cumplir sus deberes, es el complemento necesario. No olvidemos que cada derecho es la cara de una moneda, y que el sello es el deber.  Si queremos una sociedad mejor para nuestros hijos, seamos responsables de nuestras acciones, que una mejor sociedad no se construye sólo con mejores autoridades; sino en esencia con ciudadanos responsables. ¡Ahí está la madre del cordero!

domingo, 25 de agosto de 2013

No soy un buena gente

Cuenta don Ricardo Palma, en una de sus tradiciones, que una vez don Simón Bolívar en el Cuzco, quiso saber del desempeño de los funcionarios del gobierno. Interrogando, siempre recibía informes contradictorios, para unos tales eran buenos y para otros, los mismos, unos pillos; excepto un servidor del cual todos hablaron bien.  Bolívar concluida su evaluación ordenó sólo la destitución del “buena gente” y sus razones fueron que no se puede estar bien con Dios y con el diablo a la vez y éste buena gente o es un memo a quien manejan todos a su antojo o un intrigante contemporizador y, en ambos casos, no sirve.

Se dice que un buen Juez debe ser una buena persona en su vida privada y función pública, lo que es muy diferente a ser un “buena gente”. Un “buena gente” siempre está en busca de la aprobación ajena e intenta caer en gracia a todos, rehúye a sus críticos fomentando un errado espíritu de cuerpo para protegerse. Un Juez buena gente evita tener enemigos y eso es peligroso porque ello indica que sólo rema conforme le soplen los vientos y un Juez debe remar conforme a sus convicciones, que están subordinadas a la Ley y la Constitución.

El Juez cuando sentencia o dirige el proceso, entre otras cualidades, debe ser valiente, no sólo frente a las partes, sino sobre todo frente al poder porque ello garantiza la independencia que la Constitución le otorga, no para que duerma tranquilo o sea un dictador, sino para que la utilice a favor del proceso y al servicio de los litigantes. Si bien el Juez no busca pelearse con el poder, menos estará a su servicio; porque ello es la única garantía de que el litigante sienta que sus derechos están a salvo. El Juez no es el tipo belicoso que pelea con la gente o abogados, pero tampoco es sumiso; sabe que el camino de la magistratura no es para ser popular y que en lugar de amigos aumentan los enemigos, pero no por ello desvía su camino.  Un ejemplo de valentía la dio García Rada, quien no cambió su decisión ante la presión del dictador Odría. Este magistrado enseñó que es inútil presionar a un valiente.


Entonces amigo lector, sé que un día seré juzgado; sino es en ésta, lo será en la otra vida; pero si es en vida, deseo me juzgue un juez valiente, que tenga como guía la Constitución, que respete normas, derechos y cumpla su  deber, que no busque agradarme, ni desagradarme, menos congraciarse con los poderosos, que no ceda ante la opinión pública.  Quiero un Juez que sepa que los logros en la vida se consiguen con esfuerzo y valentía, no siendo un “buena gente” ni con atenciones a los de arriba.  Ese día, condenado o no, tendré la impresión de que se hizo justicia, aun cuando el resultado no me agrade. Lo bueno es que en Arequipa hay un buen número de jueces valientes, a quienes va mi saludo en este mes.

lunes, 15 de julio de 2013

Tocan a la puerta, ¿quién será?

Una experiencia pesada en mi juventud se presentaba cuando, descansando, veía en la televisión el partido de futbol esperado o mi programa favorito y “ding dong” sonaba el timbre, bajaba a abrir la puerta y alguien inoportuno te buscaba o el cartero te entregaba un sobre insignificante; sin embargo, esa molestia es nada frente al hecho de levantarse, abrir la puerta y recibir una notificación judicial dirigida a un nombre desconocido que puede ser un anterior inquilino del inmueble o el conocido que vendió la casa. Preocupa más que el papel se refiera a una obligación de dar suma de dinero por un título valor.  Las personas que han pasado por esto, buscan un abogado, hacen un escrito, devuelven la notificación, pero el Juzgado les notifica una vez más y ahora porque no procede la devolución, ya que el título valor consigna su dirección para ser cobrado.

Si el Juez no acepta la devolución, no es que no le crea, sino que si alguien fija un domicilio para cumplir sus obligaciones, allí será notificado, no en otro lugar; no significa que quien vive en la casa pagará la deuda ajena, sino que allí se notificará y se seguirá el juicio al deudor. Quien recibe notificación ajena en su casa, debe avisar al acreedor lo que está pasando y así evitar más problemas.

Si usted es deudor y cambia de domicilio, avise a su acreedor vía comunicación oportuna e indubitable, de lo contrario no hay cambio que valga y lo tendrán por bien notificado en la dirección que originalmente dio y hoy ya no vive.  Un deudor diligente avisa el cambio de domicilio para que le notifiquen bien y, de ser necesario, defenderse oportunamente en un juicio. Las notificaciones son en beneficio suyo. Sino comunicó su cambio de domicilio, no podrá defenderse a tiempo y eso sólo lo perjudica a usted.  El acreedor puede oponerse a su cambio de domicilio, si cree que dicho cambio es para dificultar el cobro.

Puede suceder, que un incumplido sea quien se esconde tras la puerta y, mal aconsejado, le pida a algún amigo o pariente que devuelva la notificación y diga que abandonó la casa hace mucho y que no saben de él. Mala idea, el Juzgado rechazará la devolución y verá que además que gastar tiempo y dinero, perdió la oportunidad de defenderse en un proceso y contestar la demanda, que para eso fue notificado.  Cuando alguien tiene algo que decir a su favor, esconder la cabeza no es una solución. Con defensa o sin ella, si es que debe, tendrá que pagar.


Entonces amigo lector, recuerde que los tiempos actuales requieren personas diligentes.  Si es deudor, no pretenda ser el lobo engañador del juego de la ronda, porque solamente perderá su derecho a contradecir oportunamente los cargos en su contra.  Si cambia de domicilio avise a sus acreedores, guarde los avisos que dio, de lo contrario terminará como el lobo del juego: perdido.  Ciudadano que se respeta, jamás se esconde tras la puerta sin ejercer sus derechos plenamente.

lunes, 3 de junio de 2013

Entre Fiestas semáforo y revisiones judiciales

Si viviera Sócrates cambiaría su famoso “sólo sé que nada sé”, por “Sólo sé que nada comprendo”; y es que si él llegó a escandalizarse con la juventud de su tiempo ido, señalando que los muchachos eran tiranos desobedientes e irrespetuosos; hoy, en una fiesta semáforo, entre tanto rojo, ámbar y verde, no comprendería que el rojo no significa tengo pareja, sino que puede significar “lo que la noche proponga”.  Sócrates tendría grandes problemas para entender que el choque y fuga con placa falsa, no tiene nada que ver con el automovilismo ni los accidentes de tránsito, sino con furtivos amantes que disfrutan un instante con nombres falsos.  Es bueno que los jóvenes se diviertan, pero deben incluir en sus conductas responsabilidad y respeto a los demás, lo que hace viable la vida en común y permite un mejor futuro. 

Los jóvenes, si bien es cierto demandan locales de diversión, no son culpables de que los negocios que incumplen normas legales, sigan abiertos al público, pese a que existan resoluciones municipales que ordenan cierres.

Algunos ciudadanos creen que estos locales siguen abiertos en mérito a alguna resolución del Poder Judicial, grave error.  La historia de este lío, se inició, años ha –fines del siglo pasado–, cuando existieron algunos municipios que en desmedido uso de sus facultades y en perjuicio ciudadano, trabaron medidas cautelares embargando cuentas bancarias de vecinos, por deudas tributarias no determinadas debidamente o inclusive en reclamación.  Los afectados, en onerosas gestiones, tuvieron que acudir en recurso de queja ante el Tribunal Fiscal, que les dio la razón y dejó sin efecto dichas medidas; por lo que era necesario una mejor solución.

Como a veces el remedio es tan malo como la enfermedad, el deseo de evitar estas prácticas abusivas, se ha convertido en una carta blanca a favor de quienes infringen las normas. La Ley del Procedimiento Coactivo, contiene un cuestionado Art. 23.3, que permite suspender una ejecución por un tiempo, con la sola presentación de la demanda de revisión judicial. Sí, para suspender temporalmente una orden coactiva no se necesita una resolución judicial, basta con un cargo de presentación y a seguir funcionando. Los beneficiados son quienes incumplen normas municipales ya que evitan cierres de negocios que no tienen permiso; los perdedores somos los ciudadanos y las autoridades, lo que incluye al Poder Judicial, cuyo desprestigio crece cuando le endilgan culpas ajenas, lo que debilita la vida en sociedad.

Los procesos de revisión judicial existen para que el Poder Judicial verifique la actuación de la administración que, en toda ejecución de la decisión que sea, debe respetar los derechos de los ciudadanos, no para proteger ilegalidades.


Entonces, amigo lector, tenga presente que el Art. 23.3 de la Ley del Procedimiento Coactivo, debe ser modificado en aras del bienestar ciudadano, de lo contrario seguiremos sin comprender cómo es que las leyes que se dictaron para proteger nuestros derechos ciudadanos, son justamente las que perjudican a nuestros hijos, lo que probablemente, también le costaría trabajo entender a Sócrates.

martes, 30 de abril de 2013

Ir a cancelar y salir cancelado (*)


Pasa en la vida real, en las películas, en TNT y porqué no habría de pasarme a mi.
.... y bueno quiero cancelar una de mis tarjetas de crédito de un Banco conocido (para que no se molesten mis amigos que trabajan allí, no diré que es BBVA Banco Continental) ... La historia comenzó en enero cuando recibí un estado de cuenta que me avisó que me habían cobrado la membresía anual 2012-2013 (por si acaso, por adelantado). Como no uso esa tarjeta hace más de dos años y al no tener ni saldo deudor ni acreedor, no corresponde cobro alguno, así que reclamé al famoso 01-5950000 y pedí que me devuelvan lo que me cobraron sin mi permiso e indebidamente (lo sacaron de mi cuenta de ahorros) ....y  molesto pedí que me cancelen la tarjeta. 
El tipo amable que contestó me dijo que tenía razón, pero que no podían cancelar la tarjeta hasta que me devuelvan lo que me cobraron de manera indebida ... hasta allí entiendo y pensé qué correcto Banco, errar es humano y creyeron que iba a renovar la tarjeta que no uso, pero vale.
- Gracias por devolverme lo mío, ahora cancelemos la tarjeta.

Aparentemente ello no era lo simple que creía … al otro lado del teléfono escuché
- No se puede señor, primero le devolvemos su dinero en 5 días útiles y sin intereses por si acaso, luego llame y le cancelamos la tarjeta y si no llama, no hay problema, como no usa la tarjeta no hay cargo alguno.
Ahora que lo pienso, varios años no uso dicha tarjeta y no revisaba si me hacían cargo de renovación …, pero es mi culpa, así que mis lamentos al bolsillo izquierdo.
Pasaron los días y no llamé, hasta que recibí un sobre con mi tarjeta renovada. Plop!, pero como asumí que debí llamar a los cinco días (esos detalles te enseñan que cuando alguien dice no pasa nada, sucede lo contrario). Ni modo, a llamar y cancelar la tarjeta 01-5950000, “marque cero si quiere bloquear la tarjeta y marque dos si quiere canjear sus puntos vida” luego de media hora descubrí que hay que marcar el número que NO DICE LA CONTESTADORA, EL NUMERO QUE SE DEBE MARCAR ES EL 5 (shhhh …, no lo divulgue porque es secreto).  Contestaron, previa advertencia que mi conversación puede ser grabada … y yo con mi letanía:
- Soy Carlos Polanco, llamo nuevamente para decirles que gracias por la tarjeta que me ha llegado, pero que es un error y ya dije que quería cancelar la tarjeta, no renovarla (a veces tengo la impresión de que no me expreso bien; otras, tengo la seguridad.).
- No hay problema ... denos su número de tarjeta ….- y se los di .... pero, - Problema señor Polanco, no podemos cancelar su tarjeta ya que tiene un saldo a favor suyo (lo que me cobraron indebidamente y me devolvieron no a mi cuenta de ahorros donde lo sacaron, sino a la tarjeta que no uso), debe retirarlo primero ...
- Bien, no hay problema -era mi dinero y bueno lo sigue siendo (aunque no lo tenga y sin intereses)- deposítelo en mi cuenta y cancelemos la tarjeta.
- No señor, no entiende ... no se puede, vaya a nuestras oficinas y retire el dinero con su tarjeta y clave, luego llame a pedir la cancelación-. La voz era muy condescendiente, así que en el mismo tono contesté:
- Oiga no utilizo dicha tarjeta años, así que la clave no la recuerdo.
- Tenemos un problema, tiene que retirar el dinero primero ¿puede pedir un duplicado con nueva clave?.
- No quiero duplicado, quiero cancelar mi tarjeta .... por favor transfiera el dinero a mi cuenta de ahorros... allí de donde la tomaron ....
- Espere un rato  .... Sí, eso se puede, así lo haremos señor ¿a qué cuenta le depositamos el dinero? ....
- Es el número …. (mucho curioso, así mejor no pongo el número) … Gracias, .... ahora cancelemos la tarjeta, por favor.
- No, no se puede.... tiene que esperar cinco días – Diablos, la computadora que saca el dinero debe ser una COREI 7 y la que lo devuelve una 286 con monitor fósforo blanco.
- ... pero ... pero, está bien,
Como estaba con otras cosas en la mente, mejor no hago cólera llamo la próxima semana.
- Señor Polanco son cinco días útiles así que no llame antes.
- Está bien ..., cinco días … útiles.
Como una vez es suficiente para aprender, anoté en mi calendario … llamar 30 de abril, Asunto: por fin libre.
... 01-5950000 .... marqué 5 de frente y bueno luego de repetir mi historia como Tulio Loza de su turrón de doña pepa en octubre:
- señor Polanco, no hay problema cancelamos su tarjeta …, bueno sí hay problema, tiene un saldo a su favor.
- Tenía, ya me debieron devolver ese dinero a mi cuenta.
- No señor.
- Sí señor, la semana pasada llamé y ... - conté una vez más lo que ya les había contado.
- Acá en el sistema aparece que existe un saldo a su favor.
- No señor, ya debieron devolverlo está bien que un click demore para devolver mi dinero, pero no es para tanto.
- Tiene que ir a la ventanilla de banco y con su clave retirar el dinero a su favor.
- Por vez enésima, no recuerdo mi clave … ya pedí que lo pasaran a mi cuenta de ahorros.
- No la pasaron señor.
- Pero debieron pasarla
- Ah señor Polanco, tiene un reclamo, porque entonces debe marcar el 9.
- Cómo que marcar el 9, yo quiero cancelar mi tarjeta nada más.
- No se puede, tiene un saldo a su favor.
- Hagamos algo práctico, le regalo ese dinero al Banco (sabía que grababan) y cancelamos la tarjeta.
- No señor, no funciona así, mientras haya un saldo a su favor no se puede cancelar su tarjeta.
- Pero el saldo es que me cobraron indebidamente y me lo debían devolver y ya lo pedí hace 5 días útiles.
- Ah señor … entiendo … como no le han devuelto el dinero usted tiene un reclamo … cuelgue y marque el 9.
- No tengo reclamo, solo pido cancelar mi tarjeta.
- No se puede señor. Primero llame al 9 … ¿puedo servirlo en algo más?
- No, sólo quiero cancelar mi tarjeta…
- Señor reclamos es número 9, está hablando con cancelaciones de tarjetas y lo que está haciendo es un reclamo de cancelación por que no le hemos devuelto su dinero.
- Pero es su culpa, solo quiero mi dinero y cancelar mi tarjeta....
- Señor, ya ve usted está reclamando porque no le devolvimos su dinero, marque el 9, luego 5 días útiles y llame para cancelar su tarjeta.
- Quiero cancelar mi tarjeta... 
- No se puede, ¿puedo servirlo en algo más?
No me sirven para hacer su trabajo de cancelar y ofrece ayuda el tipo en algo que tampoco podrá.
- Hasta luego.
Solución de emergencia: me voy a las oficinas del Banco a reclamar directamente.  Llego al Banco y digo "quiero cancelar mi tarjeta de crédito"... Señor eso solamente se hace por teléfono, acá no atendemos ello.
01-5950000  Gracias por llamar al BBVA Banco Continental, si desea bloquear o activar su tarjeta marque 0 ….

(*) Es probable que la grabación contenga otros detalles, pero en esencia esto sucedió.

lunes, 18 de marzo de 2013

Un decálogo del litigante honesto (*)

1.      Introducción
Un país con futuro, se forja no solamente por la corrección y continuidad de las políticas públicas que se implementen, sino que esencialmente por la participación de la colectividad en su labor diaria.  El crecimiento del país no sólo debe ser preocupación de quienes gobiernan, sino que debe ser un anhelo y esfuerzo colectivo, cumpliendo normas, aportando esfuerzos, pero sobre todo respetando al prójimo (neminem laedere).  El Perú no mejorará por tener buenos gobernantes, sino cuando más deseen ser mejores y se esfuercen en ello.  Lo mismo sucede en el ámbito de la justicia, en que los esfuerzos de enfoque equivocado o no que realice la Oficina de Control de la Magistratura, así como muchos magistrados y servidores judiciales, será insuficiente para conseguir el Poder Judicial deseado, si es que no se logra activa participación de la sociedad civil, sea a través de sus entes participativos o de manera directa por parte de los litigantes.
Como la lucha de contrarios es una ley cierta, se afirma sin temor a error que existen y existirán por siempre buenos y malos abogados, probos y deshonestos, así como existirán honestos y deshonestos litigantes. Mucho se escribe sobre la ética profesional[1], desde un punto de vista tradicional y aristotélico o sobre la Ética del Juez, lo cual es necesario no solamente escribirla, sino además practicarla, aun cuando producto de ellas, existan Códigos de Ética que se escriben más para santos que para magistrados, quienes requieren una ética actual o tercera generación[2], que no sólo piense en la importancia del cargo y la persona sino que además piense en la sostenibilidad de la vida en sociedad a la cual pertenecemos (pensamiento sistémico) y termine de comprender que la Judicatura es un poder/servicio del cual hay que hacer rendición pública de cuentas, que no se agota solamente en la ratificación de un Juez.
Se habla y se escribe mucho sobre reforma judicial, pero es curioso que un país donde se tiene generalizado el problema de la corrupción, se crea que los corruptos se ponen a trabajar de jueces y los honestos de litigantes.  No, existen muchos litigantes deshonestos y abogados prestos para defenderlos, sin escrúpulo alguno y no los combatimos, aún más muchas veces confundimos escándalo y risa fácil con el éxito y capacidad profesional.  Como Humberto Eco, diremos que no aparecer en los diarios es un signo de decencia en nuestros tiempos; sin embargo ese no es el patrón profesional de quienes buscan 15 minutos de fama para vivir toda su vida.
Si hay litigantes deshonestos, por fortuna hay litigantes también honestos y poco se escribe sobre cómo debe comportarse un litigante honesto que acude en busca de justicia y tiene que enfrentarse a un sistema judicial que lo asusta y le envía desde los medios de comunicación mensajes negativos que lo hacen sentirse, tal vez sin saberlo, más desprotegido que Josef K., en El Proceso de Kafka.
Las líneas siguientes son justamente para ellos, es decir que en un decálogo simple, se sientan identificados y conozcan su rol trascendente en la mejora de la honestidad de la administración de justicia.
2.      ¿Por qué un decálogo?
Porque es una manera simple de transmitir, a un grupo determinado, lo que se cree son buenas conductas o comportamiento éticos responsables, en este caso no con la finalidad de que sean mejores personas, sino que sencillamente sean mejores litigantes que ayuden a engrandecer el sistema de justicia.  Un decálogo para tener éxito requiere de difusión y una posterior evaluación, que es lo que se pretende con estas líneas.
En verdad pudieron ser menos reglas y tal vez lo sea así en un futuro, pero lo que busca ahora este decálogo es ser de simple lectura y mejor entendimiento que muchas veces la concisión no permite.
3.      El Decálogo
El decálogo tiene como punto de partida la diligencia que debemos tener las personas en nuestra vida diaria, si somos diligentes para cuidar las pocas cosas que llevamos al salir a la calle, debemos ser así de diligentes en la defensa no solamente de nuestros derechos como justiciables, sino de nuestras cosas que están sujetas al riesgo del litigio. Aparte de la diligencia, se sugieren reglas de conductas y valores que deben tenerse en el litigio, no solamente en la preocupación que sea mejor persona, sino que se afronte de mejor manera un litigio.  El mensaje es claro, paciencia, tolerancia, reflexión, apego a la verdad, serenidad, honestidad, valentía, respeto y proyección al futuro, valores que en algún momento pueden parecer superponerse uno a otro en una precisa definición semántica, pero ello es ajeno al litigante de a pie.  El otro mensaje que debe llegar claro al litigante es su derecho de hablar con el magistrado de manera directa, lo que muchas veces no hace el litigante en espera de su abogado o algunas veces simplemente el abogado le informa, sin permitirle participan directamente.
Las diez reglas del decálogo del litigante honesto ® son:
I. Sé diligente
Un proceso judicial necesita ser observado por el interesado.  Visita con frecuencia el juzgado o fiscalía donde tienes algún litigio y pregunta sobre el estado de tu proceso. También puedes hacer la consulta en internet.
II. Sé paciente
El proceso toma tiempo para reflexionar sobre las alegaciones de las partes y evaluación de las pruebas aportadas.
III. Sé tolerante y consciente
Debes saber que no siempre tienes la razón.  El derecho no es una ciencia exacta y tu interpretación no es necesariamente la correcta.  Tu abogado puede equivocarse. Los Magistrados pueden equivocarse.  De considerar que no se te ha hecho justicia, apela a la instancia superior de manera respetuosa y reflexiva.
IV. Condúcete con la verdad
Expresa la verdad de una manera simple.  Si complicas el proceso quizás la verdad no está contigo.  Tú, mejor que alguien, sabes cuándo mientes.
V. Habla con el Magistrado directamente
Los Magistrados están obligados a atender a todos los litigantes, dentro de un horario establecido. Puedes ir solo o con tu abogado. Cumpliendo los horarios siempre te escucharán.
VI. Condúcete con serenidad
No por mucho que te exaltes, gesticules o vociferes se te dará la razón. Los procesos judiciales se resuelven valorando las pruebas aportadas en él.
VII. Fomenta la honestidad
No creas en tu abogado si es que te pide dinero “para arreglar tu juicio”. No toleres ni fomentes la corrupción, pues serás parte de ella.
VIII. Sé Valiente
Si algún magistrado o servidor jurisdiccional, te pide algo, denúncialo.  Si tu denuncia es verdadera dicho Magistrado será destituido y limpiarás el Sistema Judicial.  Eres necesario para mejorar la justicia del país.
IX. Tienes derechos, pero también debes respetar al Magistrado y a la otra parte.
Si utilizas al Sistema Judicial sólo para pleitear o ganar tiempo y no buscas justicia, recuerda que la otra parte hará lo mismo. Exige Justicia, sé Justo y respetuoso.
X. No pases por encima de tu conciencia.
Sé un litigante probo, que sea enemigo de las injusticias que conozcas, pero siempre oyendo la voz de tu conciencia sobre lo que consideras justo, más allá de lo que pueda decirte tu abogado o afirmar el magistrado.
4.      El Decálogo del litigante honesto, la OCMA y la Universidad
Tagore afirmaba que el riesgo de cerrar la puerta al error en nuestras vidas podría también dejar a la verdad fuera de nuestras vidas.  El decálogo escrito no busca inmortalidad en su perfección, sino en su aceptabilidad social, razón por la cual la Oficina de Control de la Magistratura (OCMA) del Poder Judicial que en más confunde control con sanción y no prevención de error podría de alguna manera difundirlo tratando que los valores señalados, sirvan para que los litigantes honestos tengan una guía en sus conductas personales.  Las facultades de Derecho igualmente deberán poner atención no solamente en los “productos” que elaboran, sino además el mercado hacia el cual están destinados los futuros abogados.  Al fin de cuentas, si tuviéramos más litigantes honestos que se conduzcan de mejor manera, todos saldremos ganando.
5.      Conclusión
Existen muchas maneras por las cuales se puede integrar a la sociedad civil y litigantes en la lucha que por una mejor justicia, de manera diaria sostiene la Magistratura y la OCMA, y debería ser preocupación de las universidades; una de ellas puede ser empoderando a los litigantes honestos.
Si los litigantes honestos no dicen nada o no saben cómo comportarse, seguirán felices los litigantes deshonestos y más aún quienes ejercen de dicha manera el derecho. 

(*) Publicado en revista Contranatura Nro. 5.




[1] Sin embargo, no deja de sorprender que en muchas facultades de Derecho a nivel nacional, dicho curso no exista o si existe se considera como uno más de relleno, con currículos que datan del siglo pasado.
[2] Término acuñado por Francois Vallaeys.  Ver el blog http://blog.pucp.edu.pe/item/4781/etica-de-tercera-generacion-primera-parte

Controlando en positivo y no en punitivo (*)


Imagine que ha fallecido y trata de encontrar reposo para su alma en el Cielo. Toca la puerta, lo atiende San Pedro y le pregunta entre sus méritos: - ¿cómo cuidó a su hijo? Usted sentirá orgullo de decir:  Muy bien y cada año mejor, al principio lo castigaba 2 veces al mes, pero año tras año aumenté los castigos, y más aún aumenté mis atribuciones, me hice ayudar por más personas, y no sólo castigue a mi hijo, sino a otros más, pero lo hice para que lo mejorara y sea mejor visto. Entonces San Pedro intrigado le preguntará ¿Y mejoró la conducta de su hijo, es decir, su acción y su imagen mejoraron? … Bueno … mi imagen personal como padre sí mejoro, yo trabajé más, creo que a él lo miraban de mal en peor. San Pedro mirándolo con benevolencia le preguntará finalmente ¿controló a sus colegas cuando se lo encargaron, es decir si lo hizo de la misma manera en que controló a sus hijos? … Este …, no San Pedro, que idea, porque habría de sancionar a mis pares ... ellos podrían tomar venganza…

El control es bueno y necesario porque nos permite identificar qué hacemos mal y corregir, por ello cuando uno realiza control, lo primero que debe preguntarse es ¿cuál es la finalidad del control? en una acepción simple, monitorear las actividades con el fin de asegurarse que se realizan conforme a lo programado.  Si se planificó 100 productos sin defectos, se espera encontrar 100 productos sin defectos, si no resulta ello, pues a aplicar los correctivos ubicando las fallas en el sistema.  A los responsables de ello, se les sancionará si es que no efectúan su labor tal como se les enseñó.  Lo anterior no parece difícil (pero sí lo es), así que vayamos al servicio público, específicamente al Poder Judicial. La Oficina de Control del Poder Judicial efectúa su labor conforme a lo que planificó para dicha Oficina, lo que necesariamente no está alineado con lo que programó el Poder Judicial.

Un órgano de control judicial es un medio, no un fin en sí mismo.  Su función debe coadyuvar al logro de las metas institucionales. ¿Cuáles son esas metas? ¿son metas de calidad o son de cantidad?.  La respuesta es ambas. Definir las metas de cantidad es menos difícil, pues es fijar un número de procesos resueltos y ejecutados (en otro momento se dirá cómo hacerlo  adecuado).  Las metas de calidad son más difíciles de lograr, ya que implica definir qué es un producto de calidad. No creo que exista la definición sobre esto último, y ello es responsabilidad, tanto de la Corte Suprema y de la Oficina de Control, Salas Superiores y magistrados de los todos los niveles.

Si la Oficina de Control controlara las metas de calidad (medibles a través de ratios), tendría que primero responder qué es calidad y ello no se sabe a ciencia cierta.  Un mismo caso judicial puede tener respuestas variadas. Un problema matemático en apelación podría tener más de una solución jurídica: para la Sala 1, 1+1=2; para la Sala 2, 1+1>1; para la Sala 3, 1+1<3; para la Sala 4, 1+1 es diferente a 1 y 1; para la Sala 5, previo a la solución se puede preguntar si es necesario saber cuánto es 1+1; para la Sala 6 hay que actuar prueba de oficio, y así podemos seguir con la convicción de que ninguna Sala está equivocada.  ¿Nos debe preocupar ello? Sí, y mucho porque al no definir lo que es calidad, control no puede realizar adecuadamente su labor, no olvide que lo que no se mide no se puede controlar. Al no tener claras las metas de calidad, se producirán nulidades en los procesos, sea por su trámite o por las decisiones tomadas y ello es malo, porque causa demora e inseguridad jurídica, que son insumos de la corrupción. ¿Se ha estudiado la relación entre las nulidades declaradas por el Superior y el retraso judicial e identificado sus causas? ¿Cuál es la relación entre nulidades y el número de quejas? y pueden hacerse más preguntas.  Definir lo que es calidad, como proceso y producto, nos ayudará a entender qué es lo que debemos hacer, mejorar y/o corregir.  La falta de esta definición de calidad hace que cada día la administración de justicia se desprestigie, porque los yerros del Juez no se eliminan con las sanciones, sino con la identificación de las causas que originan los errores y su corrección.

Preocupa que no importe saber qué es calidad (“aunque uno la reconoce cuando la ve”, según Guasparini), no del trabajo individual, sino de la labor institucional. No existen acciones de control que promuevan la calidad. Los jueces sancionados no saben cómo mejorar su trabajo (saben su error, lo que es diferente) o qué hacer para no incurrir nuevamente en dicho error. A un Juez sancionado le queda la sensación que debe trabajar mejor y no repetir el error, pero realmente no sabe qué ni cómo mejorar y lo que es más como evitar futuros errores.

Las Oficinas de Control deben asustarse cada vez que afirman que han hecho apertura de más procedimientos sancionadores y han impuesto más sanciones, pues significa que no hacen su labor principal: hacer que la administración de justicia mejore su imagen a través de un mejor producto, consecuencia de una eficiente actividad.  La Oficina de Control no debe creer que si sanciona cumple su función y por ello son buenos, porque en realidad, ello es malo, pues lo bueno de su trabajo no se debe ver en el aumento de sanciones, sino en la disminución de ellas.

Se suele hablar de prevención en las visitas judiciales efectuadas por Control, pero cuando uno lee las conclusiones de éstas, encuentra recomendaciones y exhortaciones para doblegar esfuerzos y levantar la producción en beneficio de los justiciables y la imagen del Poder Judicial o que el Magistrado realice sus actividades dentro de un modelo de gestión eficiente o que el Magistrado tenga presente los criterios de análisis y mejoramientos de proceso y más recomendaciones similares; en otras palabras que los jueces trabajen mejor sin precisar qué es mejor.   Prevención es indagar porqué no se está cumpliendo las metas, pero claro primero hay que definirlas cuantitativamente y cualitativamente por órgano jurisdiccional (no por estándar) y aplicar los correctivos a los procesos.  Prevención no es exhortación y control menos es sanción, pues cada vez que sanciona debería sentirse alguien mal porque su labor preventiva estuvo demás.

Si el órgano controlador entiende que para cumplir sus metas debe prevenir, identificando causas y no exhortando se eviten las consecuencias, logrará un éxito al disminuir sus sanciones y procesos, lo que es un logro institucional y una automática mejora de imagen. El control debe ayudar a que no haya buenos o malos, sino que los litigantes tengan un mejor servicio de justicia y que los yerros disminuyan.

Entonces, amigo lector, si sabe cómo controlar, cuando llegue ante San Pedro, sin bajar la mirada podrá decir “no tuve que sancionar a mi hijo porque le expliqué qué debía hacer y cómo, controlé que no se desviará del camino correcto … y lo mejor de todo con ello, mejoró su imagen ante los demás”; de lo contrario tendrá que tocar otras puertas para hallar el reposo de su alma.

* Este artículo enfoca uno de los problemas que debería preocuparse control; en otra oportunidad se desarrollarán otros aspectos.

lunes, 14 de enero de 2013

Justicia que tarda... está con sobrecarga


Voltaire nos enseñó la importancia del respeto de la opinión del prójimo, como pilar de una sociedad democrática “Yo no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo”. En un Estado Constitucional de Derecho aprendemos a convivir con opiniones ajenas, ora adversas ora complacientes; sin embargo, las opiniones negativas circulan con tal velocidad que lo positivo suele olvidarse, así que no se debe perder tiempo en lamentaciones, sino en producir cambios ante dichas situaciones.

Un titular en la prensa, sobre algún fallo polémico dictado por un Juez en cualquier lugar, se convierte en el escándalo del día y muchos ciudadanos, impresionados por los títulos de las noticias, sin leerlas en su totalidad y menos analizándolas, lanzan juicios peyorativos de que el Poder Judicial está podrido. Tal vez en un mundial de hablar mal de nosotros mismos, no seamos campeones, pero vaya, tenemos las posibilidades de ganar el primer premio.

Es cierto que el Poder Judicial no funciona como quiere la población, y nosotros también; pero ello es un reflejo de lo mal que funciona la sociedad en su conjunto y, es erróneo creer que quienes escogimos el estudio y práctica de las leyes a través de la impartición de justicia desde el Estado, seamos pecadores y los demás ciudadanos del país, angelitos totales.  En todo lado se cuecen habas.

Existen innumerables sentencias que son buenas y han restituido u otorgados justos derechos a las partes; existen otras, que la ciudadanía criticará y tendrá sospecha de que el juzgador recibió algo indebido para dictarla.  Incluso quienes trabajamos acá, a veces, tenemos esa primera impresión, que solemos cambiar luego de enterarnos e informarnos debidamente del caso juzgado, aunque a los ojos de terceros parezca injusta la decisión.  Si se equivocó el Juez, existen mecanismos para corregir el fallo vía impugnación.  El error evidencia la condición de ser humano y no es necesariamente un acto corrupción.  Si el superior en grado le niega una vez más la razón, quizás ésta no esté de su lado, así de simple.

Una dificultad para una justicia célere, es la elevada carga procesal, que, erróneamente, es percibida como corrupción. La carga debemos gestionarla adecuadamente. No hay otra posibilidad.  ¿De qué manera si ya se trabaja bastante?.  Tenemos dos posibilidades: trabajar más o trabajar mejor. Lo primero, es humanamente imposible, pues en algunas áreas de la justicia se trabaja al más del 100%; lo segundo requiere no caer en el error de que lo urgente no deja tiempo para lo necesario, por lo que es una tarea que tenemos pendiente. La solución no es solamente crear más órganos jurisdiccionales o contratar más gente, sino en descubrir todo lo que hacemos mal y cambiarlo.

Entonces amigo lector, no es que justicia que tarda no sea justicia, sino que es consecuencia de una carga procesal elevada que debemos gestionar mejor; tampoco confunda error judicial con corrupción y menos crea usted que su palabra es la ley o su dicho es la verdad.  No caiga en la ironía que el mismo Voltaire criticaba a muchos ciudadanos señalando Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo”.