lunes, 14 de septiembre de 2015

Combatiendo a delincuentes

En nuestro país, con una delincuencia en aumento, es fácil creer lo que, con cierta ironía, afirmaba el filósofo Demonax: “las leyes son inútiles, porque los buenos no las necesitan y los malos no se hacen mejores con ellas”, por ello hay quienes creen que la solución contra la delincuencia pasa por chapar al malandro, darle unos buenos golpes que dejen huella y santo remedio para acabar con el crimen; pero no es así, porque la violencia sólo crea resentimientos y ánimos de venganza, nada más.

Se culpa al Poder Judicial y al Ministerio Público de tener mano blanda contra los delincuentes y por ello hay más, en las calles. No es cierto, los jueces y fiscales en últimos años han enviado tras las rejas a más personas que antes, pero por cada delincuente preso, aparecen más. Mejorará la lucha contra el crimen un mayor compromiso del Poder Ejecutivo que fortalezca a quienes tienen que hacer justicia; porque hay muchos delitos graves, que se quedan en investigación preliminar, sin llegar al Poder Judicial para ser juzgados, por falta de recursos y colaboración, entre otros.
Hacer justicia si bien es responsabilidad de jueces, también requiere un compromiso ciudadano. Existe mayor delincuencia, porque con el tiempo, lo hemos permitido. Hemos llegado a este problema como se hierven a las ranas vivas: primero con agua casi tibia y de a pocos se sube el fuego que la calienta y zas!, en un instante la rana adormecida, estará cocinada. No se pone una rana viva, en una olla de agua hirviendo, pues es probable que usted termine, con quemaduras.  El nivel de delincuencia, es el tránsito en el tiempo de una sociedad no preocupada en cumplir leyes ni en ser solidaria, situación que los más avezados utilizan a su favor.
Vivimos sin importarnos algo excepto nosotros. No nos comprometemos en causas sociales, no nos ha importado si algo sale mal, excepto cuando nos perjudica en lo personal. Hemos sido tolerantes hasta la desidia y al paso de los años, estamos como las ranas, hervidas.
Atrapar al choro y zurrarlo, sólo hace que seamos como ellos: gente que no respeta al prójimo. No somos bárbaros, podemos reflexionar y tomar decisiones adecuadas. Tenga cuidado que cuando se está en masa no se suele razonar y luego vienen los lamentos.
Pero siempre hay algo bueno en una campaña de atrapar al choro, y es el despertar de la solidaridad y compromiso, no para dejar a alguien paralítico, sino para que los delincuentes sientan que existe una comunidad que no es indiferente al delito y sepan las autoridades, que hay una ciudadanía atenta al cumplimiento de su deber.  Muchos delitos quedan impunes por nuestro silencio. Autoridades y pueblo tienen como enemigo común al crimen y deben colaborar en la solución.

Entonces querido lector, no olvide, que nada esta tan malo que no pueda empeorar (Murphy), así que a este sombrío panorama de delincuencia en aumento, no añada a sus problemas luchas contra la ley y el orden. No imite con violencia lo que tanto detesta, que se trata de combatir el crimen y no convertirnos en criminales; así que cuando chape un choro, póngalo en manos de la justicia y sea vigilante que el pillo no se salga con la suya.
(Publicado en el diario La República, en la fecha).