domingo, 29 de septiembre de 2013

La Madre del Cordero

No cabe duda que vivimos en tiempos llenos de conflictos, en los que abundan protestas y cuestionamientos a las autoridades, al vecino y a todo aquel que piense diferente. Por ejemplo, la protesta que es un derecho ciudadano, más aún en un país de desigualdades, como tal, debe ejercerse dentro de los límites que señala la ley, recordando que todo derecho tiene como contrapartida un deber, lo que al parecer hemos olvidado; al fin y al cabo se protesta no para causar destrozos, sino para expresar disconformidad y buscando que cambien las cosas.

Hogaño, sólo pensamos en derechos y olvidamos nuestros deberes, por lo que no asumimos responsabilidad alguna y gustamos de culpar a los otros de nuestros males: “Hago responsable a terceros, por los daños que se causen en mi protesta” “señor Juez, no cumpliré su mandato y si usted me obliga, lo responsabilizo de lo que me pase”, “yo responsabilizo a …”.  Una sociedad sin gente responsable de sus actos está destinada a no superar el subdesarrollo.

Otro ejemplo trillado, pero pan del día, es la forma en que nos conducimos en las calles, como peatones o como conductores.  Tenemos el derecho al libre tránsito y debemos ejercerlo cumpliendo las leyes que lo regulan; pero si no cumplimos tales normas, justificamos nuestra conducta como un pecadillo necesario por la prisa que teníamos; pero si otro hace lo mismo que nosotros, hasta podemos recordarle la historia de su vida.  Hay protestas callejeras en las que no importa el prójimo o los bienes ajenos, porque el que causa el destrozo jamás es responsable, siempre se culpa a otro. ¡A la cola! es nuestro grito indignado, pero pasarnos la cola es parte de nuestro arte. Se acude a procesos judiciales, algunas veces, sin la adecuada revisión del caso y ante el fallo desfavorable, no hay mea culpa alguna, sino que se responsabiliza al juez porque no entiende o favoreció a la otra parte. Recuerde que si no lo entienden, lo más probable es que no se expresó bien, que usted no es un genio, ni el juez es un neófito.

El futuro de una mejor sociedad depende de ciudadanos que no olviden que cada derecho tiene como contrapartida un deber, así como la libertad que reclaman nuestros hijos y les exigimos que la ejerzan responsablemente. Todos debemos ser responsables de nuestros actos.


Entonces querido lector, sé que le preocupa que las cosas mejoren. Si bien, reclamar sus derechos es un paso importante, cumplir sus deberes, es el complemento necesario. No olvidemos que cada derecho es la cara de una moneda, y que el sello es el deber.  Si queremos una sociedad mejor para nuestros hijos, seamos responsables de nuestras acciones, que una mejor sociedad no se construye sólo con mejores autoridades; sino en esencia con ciudadanos responsables. ¡Ahí está la madre del cordero!