sábado, 26 de octubre de 2013

Sobre la legítima defensa

A veces no entendemos qué sucede en nuestra sociedad cuando vemos a algún esforzado ciudadano que al defenderse del ataque de malhechores, es detenido por haber “salido vivo” de un frustrado atraco; victimando a sus agresores.  El Fiscal que investiga y el Juez que revisa el caso, nos parecen defensores de delincuentes y se cree, con error, que las leyes están hechas para los malandrines cuyos derechos son los únicos que importan, siendo lo justo que el ciudadano que actuó en legítima defensa sea puesto en libertad.  En realidad, lo que hacen el Fiscal y el Juez, es investigar y decidir si hubo legítima defensa o no, conforme a lo que pasó y si fue así, el valiente irá a su casa.

Los Estados existen para poder vivir en una sociedad con derechos y en paz, lo que se logra respetando las leyes; pero, resulta que en tiempos actuales la inseguridad reina y apostamos por la justicia de mano propia e inclusive, hay colectivos que asumen al linchamiento como una forma de ella, cuando en realidad es sólo venganza y como tal nos perjudica: el ojo por ojo nos lleva a un país de ciegos.

Nadie tiene derecho a agredir a otro, sea verbal o físicamente y tampoco tiene derecho a privarle de manera ilegítima de sus bienes, menos de su vida. Quien mata a otro comete un crimen. Si somos víctimas de un ataque ilegítimo y estamos expuestos ante la delincuencia, tenemos el derecho de defendernos físicamente, si sabemos cómo hacerlo; no debe ser valiente quien no sabe ya que le puede ir peor.  Nuestra defensa es legítima cuando, sin provocar, ante cualquier agresión ilegítima por parte de terceros, respondemos con firmeza y lo necesario.  La legítima defensa, es una eximente de la responsabilidad penal y bien utilizada libera de sanción a quien daña a otros. 

Esta defensa no autoriza a agredir a cualquier sospechoso; es un requisito básico estar en peligro y que haya proporcionalidad entre el ataque sufrido y la respuesta dada. Tenemos el derecho de defendernos, sin exageraciones, que las ofensas verbales solamente a lo mucho sacan palabras y nunca justifican pasar a las manos.

Es importante no olvidar que muchos ciudadanos portan armas o enrejan sus casas, simplemente porque sienten el fracaso del Estado en la seguridad ciudadana.  Es labor de las autoridades hacer cumplir las leyes, que no se dividen entre severas y no severas, sino entre las que se cumplen o no, y ley que no se cumple envalentona al crimen; también, deben proponer soluciones preventivas, por ejemplo, obligar a los taxistas que al anochecer, tengan las luces interiores del vehículo encendidas, la buena iluminación es enemiga del delito y si bien se pierde privacidad, se gana en seguridad.


Entonces, si alguien actúa en ejercicio adecuado de su legítima defensa, no tendrá problemas, sólo pasará malos ratos; pero, si actúa con exceso es otro cantar y deberá responder por ello. Así como en el futbol importa mucho un árbitro firme que saque tarjeta roja a tiempo a quien comete faltas alevosas, para cortar el juego violento; así las autoridades deben actuar con firmeza, de lo contrario el partido se les irá de las manos.

sábado, 5 de octubre de 2013

Entre amparo y Desamparo

No hace mucho, el Presidente de la República criticó que casi 2,000 “malos policías” despedidos, fueran repuestos por mandato judicial, mostrando su indignación por el peligro que ello nos representa; pero, en vez de averiguar por qué pasa ello: “no seguir los procesos disciplinarios con arreglo a ley”, para corregir a futuro, culpó al Poder Judicial. Cuando no reconocemos los yerros, inherentes al hombre, por desgracia los repetimos y si nos excusamos en que terceros tienen la culpa de lo que hacemos mal, retrocedemos como sociedad.

Es usual para las autoridades acusar al Amparo de los males sociales. Se dice que repone corruptos, invade el fuero congresal, permite negocios al margen de la ley u otros males; no obstante, el amparo (proceso), debe su nombre no a alguna agraciada mujer, sino al desamparo en que se puede encontrar un ciudadano por culpa de quien ignora las leyes y la Constitución. Si las autoridades cumplen la Constitución y las leyes, no hay amparo que les haga frente, mas si actuamos sin reflexionar, el proceso de amparo frena arbitrariedades.

Todos estamos de acuerdo en que policías, funcionarios y cualquier sinvergüenza, no trabaje para el Estado y que sea castigado por su delito. Despedirlos está bien, pero hay que hacerlo correctamente, pues cada ser humano tiene derechos y debemos permitir que se ejerzan y luego, si así debe ser, para afuera y a cerrar la puerta, que si buscan amparo, el Juez dirá al infractor no, pues no se le vulneró derecho alguno.  No debe olvidarse que cada amparo fundado por vulneración de los derechos de un presunto corrupto, genera una sensación de impunidad y fomenta más corrupción. También será importante que los jueces actúen apegados al derecho, sin creer que el amparo es una repartija de indulgencias.

La ciudadanía protesta y afirma que sólo los delincuentes e investigados tienen derechos en los juicios; ello no es cierto, todos los tenemos; sucede que los procesados los utilizan por su condición y muchas veces con exceso. Nosotros, no los usamos porque no los necesitamos. Cuando uno está sano no toma medicinas. Usted ciudadano honrado, tenga la certeza que si por desgracia alguien lo denuncia o demanda, ejercerá sus derechos plenamente. Eso sí, debe mejorarse leyes para cortar excesos.  Hay amparos justos como el de muchos jubilados, que hoy gozan de mejores pensiones, gracias a él.  El amparo nació para protegerlo del desamparo, ésa es su naturaleza.


Entonces, no es que a los jueces les guste otorgar amparos, es su deber hacer vigente la Constitución, por el bien social; como las medicinas amargas que hacen recuperar la salud y las tomamos así no nos gusten. Sabemos que lo mejor es curarse en salud y si hay un mal servidor y/o trabajador corrupto, a hacer las cosas bien, a despedirlo, porque si vulneramos sus derechos, volverá y perdemos con su retorno. Si a la reincorporación del primer policía se corregía el error, tal vez el resto no habría regresado a aumentar nuestra inseguridad. Las autoridades deben aprender de sus errores, porque sino entre tanto "Amparo", ni "Socorro" nos salva.