martes, 4 de agosto de 2015

El Juez del bicentenario

En tiempos difíciles, como los que se viven, el modelo de Juez tradicional ya no es válido. Hoy se necesita jueces que ejerzan liderazgo, no por ostentar un cargo sino por su labor, que debe crear valor en el sistema de justicia. El liderazgo, suele verse erróneamente como la capacidad de arengar o motivar a un equipo y esperar resultados. No, el liderazgo es comprometerse con objetivos institucionales, con su equipo y con el servicio al usuario externo; no como discurso, sino como forma de gestión profesional.
Pep Guardiola, exitoso entrenador, enseña que uno de los elementos del liderazgo es la singularización, entendida como la atención que debe ponerse al desarrollo de los integrantes de un equipo, reconociendo cada mejora. El reconocimiento es una de las pocas cosas que mientras más se entrega, más se recibe.  Todos, sin excepción alguna, necesitamos crecer profesional y laboralmente; y si el Juez no lo fomenta tendrá un equipo que jamás rendirá a plenitud.
El Juez que lidera el trabajo colaborativo, sabe que sus logros, su ratificación en el cargo, el adecuado funcionamiento del órgano jurisdiccional o el buen resultado en una auditoría de control, no es sólo mérito de uno, sino también, de un equipo que trabaja unido. Cuentan que el conquistador de Almagro, encontró una forma de compromiso para que sus huestes lucharan por él hasta morir: él mismo luchaba a muerte por ellos.
El Juez debe ser un líder humanista, que comprenda el drama que viven las personas, pero sin perder la imparcialidad; debe ser claro, con el litigante que atiende, sin crearle expectativas, que no se hace una labor de consejería ni promesas.
El Juez es responsable de transmitir serenidad a su equipo y no angustias. El trabajo a veces es más complicado y difícil que lo usual; pero ello no le hace caer en pánico, sino que por el contrario, calma las aguas para que se trabaje mejor. Es conveniente dar confianza al equipo interno, para que con sus críticas, ayuden a mejorar el trabajo, de lo contrario el Juez será el último en saber sobre lo malo por corregir. El franco diálogo genera equipos de aprendizaje continuo.
En una sociedad, en el que las noticias se leen menos que sus titulares, el Juez debe ser firme ante las presiones externas e internas. Ni palmas ni abucheos orientan la labor; la reflexión serena, la autoevaluación y la evaluación interna, son las que guían. El Juez no busca amigos ni enemigos y sabe que mientras más cerca esté del poder, su imparcialidad se verá en peligro, pues la virtud no se lleva bien con el poder (Lucano).

Entonces querido lector, así como la fuerza del cocodrilo es mayor en el agua (entorno), la labor de un juez se potencia con un equipo comprometido como él. El Juez del siglo XXI, excede el modelo socrático de saber escuchar, responder, ponderar y decidir, sino que además es el servidor de la Justicia que no vive en una isla, sino que predica con el ejemplo y transmite su compromiso, convirtiendo cada problema en una oportunidad para el crecimiento profesional de todos. ¡Feliz día del Juez a todos los colegas!
(Publicado en La República el 03-08-2015)

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