lunes, 16 de octubre de 2017

¡Cosechando los mares, sin sembrar las tierras!

Amado Nervo, nos cuenta, en su poema “En paz”, que cuando sembró rosales, cosechó rosas; estimo que era necesario, que nos diga además, que se tiene que cuidar la planta, para lograr hermosas flores; que la hierba mala es la única que desarrolla sin cuidado alguno.  Esto viene a colación, porque una vez más, para variar, la desconfianza en la labor del Poder Judicial aumenta en desaprobación ciudadana, y cuesta saber que pese a cada esfuerzo de mejora, no logramos revertir tal tendencia.
Hay innumerables intentos, nuevos servicios, registros y más acciones por mejorar el servicio de justicia y pese a ello los ciudadanos nos miran de mal en peor. Esto tiene muchas razones, que van desde creer erróneamente que mejores estadísticas optimizan percepciones: los números no ganan afectos; hasta hechos internos de forma y esencia, que debemos corregir, tanto en contenido como en apariencia, que el César era consciente que su mujer además de honesta, debía parecerlo y ello exige que como judiciales nos esmeremos en trabajar de manera más ordenada y pulcra, en la gestión de nuestra persona y expedientes, pues ver una oficina atiborrada de papeles, no nos invita a pensar que hay mucho trabajo, sino que o se trabaja con desorden o no se sabe trabajar; que no es falso que todo entra por los ojos y algo en caos, no se interpreta como eficiencia.
La envoltura debe resaltar el contenido, por lo que no vale en nada tener notificaciones electrónicas si seguimos notificando además físicamente y resolviendo lentamente; todo arreglo sin contenido es como un maquillaje que no sirve. Además de cuidar nuestras formas, para revertir tendencias, debemos gestionar adecuadamente los procesos y justificar el contenido de las decisiones.  Somos responsables de sostener a diario los cambios que se promueven.
Es una tarea que en desgracia estamos solos, pues si bien la gran mayoría, exige un país sin corrupción, sin inseguridad ciudadana, con un Poder Judicial confiable, a pocos les preocupa plantar la semilla adecuada; basta salir a la calle y ver cómo la grúa se lleva a un carro aparcado en zona prohibida para mascullar que eso fue así, porque el policía quería su coima, poniéndonos al lado del infractor, o nos pasamos la luz roja y si el policía nos para, es que quiere su marmaja y no imponernos la sanción que merecemos. Ejemplos existen miles, en gran medida somos ciudadanos que queremos beneficios, pero sin tener responsabilidad. Esto aplica a ciudadanos de a pie como a autoridades que causan cada desastre, pero que no se consideran culpables de nada, excepto víctimas de un complot de opositores, siendo sólo un mal ejemplo.
Entonces querido lector, tenemos una gran labor que cumplir como servidor jurisdiccional y ciudadano, para obtener un futuro diferente. No seamos los ciudadanos que en tiempos de clasificatorias al mundial y peruanismo encendido, andan cosechando los mares, sin sembrar las tierras, porque si bien el Perú es otro nombre de la gloria, es un país cuyo futuro necesitamos construir; mejorando formas y contenidos. Hay que llegar al mañana, con una mayor calidad de vida para todos, y es a ese futuro al cual también debemos clasificar, no sólo 11 valientes, sino todo un país; que si no sembramos para el futuro, seguiremos cosechando lo malo del presente.

(*) Publicado en el diario La República, en la fecha.

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