lunes, 6 de abril de 2015

Errores y cambios procesales

Lo que Pilatos hiciera ante Cristo, lavarse las manos, ni fue un invento suyo, menos una ocurrencia para salir del paso.  Antaño y hogaño se procura sacar el ascua por mano ajena y si un tercero asume mi culpa o la responsabilidad por lo que hice, mejor para uno. Con este pensamiento, olvidamos es que si bien equivocarse no es bueno, lo malo se encuentra en no aprender del error y creer con el tiempo que lo que se hace, sea por terquedad o convicción, beneficiará a los justiciables, y si no sale bien, pues culpa de otro será.
Las últimas modificaciones al proceso civil (Ley 30293), ya vigentes, buscan agilizar el trámite de los procesos judiciales, identificando entre otros, tres grandes deficiencias que se venían presentando en los diferentes niveles del litigio.  A los jueces que califican demandas, les prohíbe rechazarlas por la causal de indebida acumulación de pretensiones, forma recurrente de pasar el caso a otro juez sin asumir responsabilidad. A los jueces que resuelven en segunda instancia, les ha prohibido anular resoluciones judiciales por la incorporación de prueba de oficio, que más que una búsqueda de una verdad objetiva se convirtió en una forma de dilatar la decisión sin riesgo. A los abogados de las partes, les exige un domicilio procesal en el que sea fácil notificarles (casilla judicial), pues los procesos se suelen dilatar por esta causa y por la dificultad que supone notificar cuando alguien se quiere esconder.

Los cambios normativos deben ser vistos como una oportunidad para mejorar el servicio que los litigantes esperan, tanto de los jueces, como de sus abogados. Aun si la norma no es perfecta, debemos esforzarnos en lograr su mejor aplicación.  

Los jueces necesitan abogados que expongan de manera clara los problemas de sus clientes y que ofrezcan los medios probatorios que permita darles la razón; y los abogados necesitan jueces que los entiendan y que apliquen el derecho que corresponde a los hechos que se logra probar en el proceso.

Endilgar culpas a terceros por yerros propios, solo sirve para que hoy uno pueda  sentirse bien, pero no ayuda al proceso, ni a ganar un juicio, menos a convertirse en un buen profesional.

Entonces querido lector, usted como yo, nos equivocamos, pero no nos lavemos las manos para ocultar el error, pues tarde o temprano se hacen públicas las limitaciones que todos tenemos. Si aceptamos que erramos, usemos ello como un punto de partida para mejorar, todos lo agradecerán. Los cambios procesales deben permitir un proceso más rápido, si nos lo proponemos; empero si creemos que hacíamos lo correcto, tantos jueces y abogados, es probable que el futuro sea tan complicado como el presente.

(Publicado en La República el 13.04.2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario