lunes, 23 de julio de 2012

¡No me lo quitan… tampoco lo dispongo!


Siempre se suele ser valiente cuando los vientos soplan a favor de uno, pues cuando vienen en contra, creemos que la mejor parte del valor es una prudente retirada.  ¿Recuerdan que en la época de la bonanza bursátil aparecieron muchas personas, que se asustaban al primer ladrido, pero que invertían en los fondos mutuos de mayor riesgo?. ¡A mí me gusta el riesgo!, decían; pero, luego de la estrepitosa crisis bursátil a nivel mundial, la bolsa cayó y se fue la valentía, se perdió la plata y hasta hoy existen quienes pagan deudas, a riesgo de perder la casa en la que viven.

Muchas personas tienen aversión al riesgo; que como palabra no existe en el idioma chino, ellos al referirse al riesgo, lo llaman oportunidad y peligro, lo que es correcto, pues así como se está frente a la posibilidad de inmensos rendimientos, también pueden haber grandes pérdidas.  Nunca olvidemos que a mayor ganancia, siempre habrá mayor riesgo y viceversa.

Como quiera que a veces el entusiasmo momentáneo lo confundimos con valentía y visión para los negocios, el derecho ofrece una alternativa serena para aquellos que trabajan por el dinero, quieren tener sus ahorros, comprar sus cosas y pagar la educación de sus hijos sin mayor riesgo.  Estimo que esas personas, que las llamaremos seguras, son mayoría en nuestra sociedad: trabajan para terceros, no tienen negocios propios, no serán millonarios, pero siempre tienen pan en casa y poco a poco aumentan sus bienes, ahorros y gustitos.  Otras personas, con visión empresarial, no trabajarán por el dinero, buscarán que el dinero trabaje para ellos y vaya que tienen mis aplausos, en la medida que sepan lo que hacen.

Si usted se identifica como una persona segura, el derecho le da la mano y permite que el cuidado de los bienes familiares se haga a través de una figura llamada “Patrimonio Familiar”, que es la protección a un conjunto de bienes que no se puede embargar, tampoco vender y formará parte de la herencia de nuestros hijos.  Allí usted y su cónyuge, pueden proteger, en esencia, la casa habitación de la familia, en lo necesario para vivir en beneficio, fundamentalmente, de los esposos e hijos.  Hay que seguir un trámite, cuyo requisito básico, es no tener obligaciones pendientes de pago que resulten perjudicadas en su cobro, es decir que si está sobre endeudado, no podrá constituir patrimonio familiar, así que piense en cómo hacer que no crezca la deuda y pagarla, ya que puede perder sus bienes. La constitución de patrimonio familiar, no es recomendable para todos, si bien es cierto le da seguridad, el principal inconveniente es la limitación de la disposición de la casa habitación.

Si usted es un auténtico emprendedor y el riesgo es su compañero, no le conviene constituir patrimonio familiar, porque dicho patrimonio será un activo sobre el cual sus acreedores no podrán cobrarse, y su capacidad como sujeto de crédito puede disminuir sensiblemente; si es como la mayoría de personas que vive fundamentalmente de su trabajo, puede resultarle beneficioso tener un patrimonio que no puedan quitarle.

Entonces amigo lector, recuerde que no todos han nacido para ser arriesgados. Existen personas seguras que no les gusta arriesgar; no es malo, no se gana mucho, pero la tranquilidad no tiene precio.  Reflexione, conózcase y luego actúe, que sus hijos se lo agradecerán. No olvide jamás que hay que usar los martillos para los clavos y los desarmadores para los tornillos, jamás al revés, es decir si es seguro el patrimonio familiar es una posibilidad; si es arriesgado para los  negocios, no.

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