En nuestro país, con una delincuencia en
aumento, es fácil creer lo que, con cierta ironía, afirmaba el filósofo
Demonax: “las leyes son inútiles, porque
los buenos no las necesitan y los malos no se hacen mejores con ellas”, por
ello hay quienes creen que la solución contra la delincuencia pasa por chapar
al malandro, darle unos buenos golpes que dejen huella y santo remedio para
acabar con el crimen; pero no es así, porque la violencia sólo crea
resentimientos y ánimos de venganza, nada más.

Hacer justicia si bien es responsabilidad de
jueces, también requiere un compromiso ciudadano. Existe mayor delincuencia, porque
con el tiempo, lo hemos permitido. Hemos llegado a este problema como se
hierven a las ranas vivas: primero con agua casi tibia y de a pocos se sube el
fuego que la calienta y zas!, en un instante la rana adormecida, estará
cocinada. No se pone una rana viva, en una olla de agua hirviendo, pues es
probable que usted termine, con quemaduras.
El nivel de delincuencia, es el tránsito en el tiempo de una sociedad no
preocupada en cumplir leyes ni en ser solidaria, situación que los más avezados
utilizan a su favor.
Vivimos sin importarnos algo excepto nosotros.
No nos comprometemos en causas sociales, no nos ha importado si algo sale mal,
excepto cuando nos perjudica en lo personal. Hemos sido tolerantes hasta la
desidia y al paso de los años, estamos como las ranas, hervidas.
Atrapar al choro y zurrarlo, sólo hace que seamos
como ellos: gente que no respeta al prójimo. No somos bárbaros, podemos reflexionar
y tomar decisiones adecuadas. Tenga cuidado que cuando se está en masa no se suele
razonar y luego vienen los lamentos.
Pero siempre hay algo bueno en una campaña de atrapar
al choro, y es el despertar de la solidaridad y compromiso, no para dejar a alguien
paralítico, sino para que los delincuentes sientan que existe una comunidad que
no es indiferente al delito y sepan las autoridades, que hay una ciudadanía atenta
al cumplimiento de su deber. Muchos
delitos quedan impunes por nuestro silencio. Autoridades y pueblo tienen como
enemigo común al crimen y deben colaborar en la solución.
Entonces querido lector, no olvide, que nada esta tan
malo que no pueda empeorar (Murphy), así que a este sombrío panorama de
delincuencia en aumento, no añada a sus problemas luchas contra la ley y el
orden. No imite con violencia lo que tanto detesta, que se trata de combatir el
crimen y no convertirnos en criminales; así que cuando chape un choro, póngalo
en manos de la justicia y sea vigilante que el pillo no se salga con la suya.
(Publicado en el diario La República, en la fecha).