Ni hoy, ni mañana, ni pasado, es decir, jamás se
justificará la muerte de una persona, menos en cumplimiento de una diligencia
judicial; esta afirmación incluye el respeto a la integridad personal, no sólo
de quienes se resisten a un mandato judicial, sino que también de quienes hacen
cumplir tal orden. Una sociedad
civilizada que aspira a tener un futuro mejor, sólo se puede construir con
respeto y razones, no con violencia ni comentarios vacuos. La desgracia de Cajamarca, debe ser un punto
de reflexión profunda sobre lo que hacemos en la sociedad y no el escándalo del
que busca venganza y del que no aprendemos.

Los mandatos judiciales deben cumplirse, aun
cuando no gusten. Sé que el Poder
Judicial, como otras instituciones, enfrenta un gran cuestionamiento público;
pero se hace lo posible por ser transparentes. Ahora los jueces publicitamos
nuestras decisiones a través del internet; cualquier ciudadano puede consultarlas
y saber si le cuentan historias. Un caso
difícil, puede ser revisado hasta por 9 jueces, en diferentes niveles, hasta quedar
firme. Una casa no se pierde por que sí, sino que se pierde porque quien era el
dueño se comprometió con algo y no cumplió. Si 9 jueces le dicen que está
equivocado y que las deudas se pagan, no crea a quienes dicen que no pasará
nada, cada quien sabe qué se prestó y qué debe.
Un principio de la vida en sociedad es que si se
asume una obligación, ésta debe ser cumplida, si hago daño a alguien debo
indemnizarlo. No se puede asumir deudas
y ser feliz sin honrarlas, tarde o temprano le cobrarán. Ser valiente no es
lanzar piedras ni blandir palos; tampoco, abusar de la fuerza. La valentía
consiste en cumplir la palabra dada y respetar el derecho ajeno. Lo otro es
vandalismo y eso no puede dejar como herencia a sus hijos, porque la vida será
más difícil si los gritos superan las razones.
Entonces querido lector, sea como el tipo que,
con una vela encendida, entró a una cueva oscura, llena de gente, pero al darse
cuenta que seguía sin ver, decidió encender las velas de quienes las tenían
apagadas, luego todo se hizo claro y pudo apreciar la cueva. No guarde su luz
de la reflexión bajo un celemín, compártala y verá que las cosas mejoran. No
sea de los que apagan velas, que la oscuridad de todos es lo que alimenta la
corrupción y ésta es una de las desgracias que debemos vencer utilizando la
razón. Seamos valientes dejando a nuestros
hijos un mejor mañana que el que recibimos.
(Publicado en la fecha en La República)