A veces no entendemos qué sucede en nuestra sociedad cuando vemos a
algún esforzado ciudadano que al defenderse del ataque de malhechores, es detenido
por haber “salido vivo” de un frustrado atraco; victimando a sus agresores. El Fiscal que investiga y el Juez que revisa
el caso, nos parecen defensores de delincuentes y se cree, con error, que las leyes
están hechas para los malandrines cuyos derechos son los únicos que importan,
siendo lo justo que el ciudadano que actuó en legítima defensa sea puesto en
libertad. En realidad, lo que hacen el
Fiscal y el Juez, es investigar y decidir si hubo legítima defensa o no,
conforme a lo que pasó y si fue así, el valiente irá a su casa.
Los Estados existen para poder vivir en una sociedad con derechos y en
paz, lo que se logra respetando las leyes; pero, resulta que en tiempos
actuales la inseguridad reina y apostamos por la justicia de mano propia e
inclusive, hay colectivos que asumen al linchamiento como una forma de ella,
cuando en realidad es sólo venganza y como tal nos perjudica: el ojo por ojo
nos lleva a un país de ciegos.
Nadie tiene derecho a agredir a otro, sea verbal o físicamente y tampoco
tiene derecho a privarle de manera ilegítima de sus bienes, menos de su vida. Quien
mata a otro comete un crimen. Si somos víctimas de un ataque ilegítimo y estamos
expuestos ante la delincuencia, tenemos el derecho de defendernos físicamente, si
sabemos cómo hacerlo; no debe ser valiente quien no sabe ya que le puede ir
peor. Nuestra defensa es legítima cuando,
sin provocar, ante cualquier agresión ilegítima por parte de terceros, respondemos
con firmeza y lo necesario. La legítima
defensa, es una eximente de la responsabilidad penal y bien utilizada libera de
sanción a quien daña a otros.
Esta defensa no autoriza a agredir a cualquier sospechoso; es un requisito
básico estar en peligro y que haya proporcionalidad entre el ataque sufrido y
la respuesta dada. Tenemos el derecho de defendernos, sin exageraciones, que
las ofensas verbales solamente a lo mucho sacan palabras y nunca justifican
pasar a las manos.
Es importante no olvidar que muchos ciudadanos portan armas o enrejan
sus casas, simplemente porque sienten el fracaso del Estado en la seguridad
ciudadana. Es labor de las autoridades hacer
cumplir las leyes, que no se dividen entre severas y no severas, sino entre las
que se cumplen o no, y ley que no se cumple envalentona al crimen; también,
deben proponer soluciones preventivas, por ejemplo, obligar a los taxistas que
al anochecer, tengan las luces interiores del vehículo encendidas, la buena
iluminación es enemiga del delito y si bien se pierde privacidad, se gana en
seguridad.
Entonces, si alguien actúa en ejercicio adecuado de su legítima defensa,
no tendrá problemas, sólo pasará malos ratos; pero, si actúa con exceso es otro
cantar y deberá responder por ello. Así como en el futbol importa mucho un
árbitro firme que saque tarjeta roja a tiempo a quien comete faltas alevosas, para
cortar el juego violento; así las autoridades deben actuar con firmeza, de lo
contrario el partido se les irá de las manos.
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