No cabe duda que vivimos en tiempos llenos de conflictos, en los que
abundan protestas y cuestionamientos a las autoridades, al vecino y a todo aquel
que piense diferente. Por ejemplo, la protesta que es un derecho ciudadano, más
aún en un país de desigualdades, como tal, debe ejercerse dentro de los límites
que señala la ley, recordando que todo derecho tiene como contrapartida un
deber, lo que al parecer hemos olvidado; al fin y al cabo se protesta no para
causar destrozos, sino para expresar disconformidad y buscando que cambien las
cosas.
Hogaño, sólo pensamos en derechos y olvidamos nuestros deberes, por lo
que no asumimos responsabilidad alguna y gustamos de culpar a los otros de
nuestros males: “Hago responsable a terceros,
por los daños que se causen en mi protesta” “señor Juez, no cumpliré su mandato y si usted me obliga, lo
responsabilizo de lo que me pase”, “yo responsabilizo a …”. Una sociedad sin gente responsable de sus
actos está destinada a no superar el subdesarrollo.
Otro ejemplo trillado, pero pan del día, es la forma en que nos
conducimos en las calles, como peatones o como conductores. Tenemos el derecho al libre tránsito y
debemos ejercerlo cumpliendo las leyes que lo regulan; pero si no cumplimos
tales normas, justificamos nuestra conducta como un pecadillo necesario por la
prisa que teníamos; pero si otro hace lo mismo que nosotros, hasta podemos
recordarle la historia de su vida. Hay
protestas callejeras en las que no importa el prójimo o los bienes ajenos, porque
el que causa el destrozo jamás es responsable, siempre se culpa a otro. ¡A la
cola! es nuestro grito indignado, pero pasarnos la cola es parte de nuestro
arte. Se acude a procesos judiciales, algunas veces, sin la adecuada revisión
del caso y ante el fallo desfavorable, no hay mea culpa alguna, sino que se responsabiliza al juez porque no
entiende o favoreció a la otra parte. Recuerde que si no lo entienden, lo más
probable es que no se expresó bien, que usted no es un genio, ni el juez es un neófito.
El futuro de una mejor sociedad depende de ciudadanos que no olviden que
cada derecho tiene como contrapartida un deber, así como la libertad que
reclaman nuestros hijos y les exigimos que la ejerzan responsablemente. Todos
debemos ser responsables de nuestros actos.
Entonces querido lector, sé que le preocupa que las cosas mejoren. Si
bien, reclamar sus derechos es un paso importante, cumplir sus deberes, es el
complemento necesario. No olvidemos que cada derecho es la cara de una moneda,
y que el sello es el deber. Si queremos
una sociedad mejor para nuestros hijos, seamos responsables de nuestras
acciones, que una mejor sociedad no se construye sólo con mejores autoridades;
sino en esencia con ciudadanos responsables. ¡Ahí está la madre del cordero!